Diseño a cargo de David Bellocchio
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Entornos de aprendizaje: ¿Cómo preparamos el contenido para enseñar y evaluar en la virtualidad?

por Laura Bustamante, Dra. en Ciencias Sociales.

Evaluados
6 min readMay 11, 2022

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La facilidad de compartir información que nos ofrece internet desde que existe, ha incentivado la construcción y afianzamiento de ciertas prácticas que resulta necesario, al menos cuestionar.

Una de ellas es la que llamamos “pase en zambullida”, apelando al pase de pelota que se da en el rugby cuando hay muy poco tiempo de reaccionar.

De manera semejante, se ofrece la información en diferentes ámbitos: el proceso se asemeja más a un desprenderse, arrojar la información, que a una selección minuciosa de lo que se desea informar. Más aún, en el pase de pelota mencionado, se prevé que el destinatario pueda recibirla, mientras que en los procesos de información a los que referimos, parece omitirse esta preocupación.

Colgar materiales en el aula virtual no garantiza la interacción.

En el plano educativo, no es poco común observar la réplica de este proceso. Si bien no son pocas las instituciones que se preocupan y se ocupan por desarrollar sistemas tecnológicos que permitan elaborar materiales y recursos con altos niveles de interactividad (Sangrá, 2018) para los estudiantes, también son múltiples los casos en que los materiales “se cuelgan” en las redes, con el objetivo de ofrecer el acceso del mismo al estudiante, pero sin el menor cuidado de imaginar y prever la llegada que dicho material tendrá al mismo. No estamos hablando de una llegada en términos literales, sino más bien del interés, impacto, y potencial interacción que dichos materiales generarán.

No es una novedad que la pandemia ha generado un cambio disruptivo en las metodologías de enseñanza y aprendizaje, con la incorporación necesaria y forzada de tecnología. Es clara la tendencia a la instalación generalizada de la bimodalidad (De Giusti, 2021). En este marco es imprescindible contar con recursos con los cuales realmente sea posible convertir la interesante aunque mera información en verdadero conocimiento.

La idea más cercana que tenemos al hecho de poner a disposición material de conocimiento es la de una “biblioteca” o “repositorio”, en donde el material esté correctamente clasificado y a disposición de quien lo busque.

Ahora bien, situándonos en un proceso de enseñanza aprendizaje, cuando la interacción se vuelve imprescindible para la consecución de nuestros objetivos, la lógica de la biblioteca no es suficiente. Es allí donde resulta necesario pensar en el ambiente en el que se da ese aprendizaje, que en este caso se trata de un ambiente virtual de aprendizaje. Un ambiente virtual de aprendizaje es “el conjunto de entornos de interacción, sincrónica y asincrónica, donde, con base en un programa curricular, se lleva a cabo el proceso enseñanza-aprendizaje, a través de un sistema de administración de aprendizaje” (López Rayón, Escalera, Ledesma, 2002).

Por lo tanto el contenido que se pondrá a disposición para las y los estudiantes tiene que imaginarse virtual desde su producción (conceptual y material) hasta su difusión.

Implica entonces, anticiparse a las experiencias de los estudiantes y reconocer las dinámicas e interacciones (tanto con otras personas como con el propio objeto de conocimiento) que pueden generarse en el entorno digital (Chan, 2005).

Las características primordiales que deben tener estos ambientes podrían sintetizarse de la siguiente manera:

Facilidad del acceso / Flexibilidad / Movilidad / Bajo costo.

Habría que revisar en qué medida las aulas virtuales disponibles, con las cuales las y los estudiantes han tenido que transitar sus estudios durante los últimos dos años, se acercan a la caracterización puntualizada.

Interactuar implica un estudiante activo

Nuestras investigaciones sobre el tema nos llevan, en muchas ocasiones, a conversar con docentes que demandan la participación de las y los estudiantes. Argumentan que el material está disponible y que la escasa participación es responsabilidad de quien aprende. Este es un punto importante a trabajar: es una gran verdad que se necesitan estudiantes autónomos que se responsabilicen de sus procesos, pero también es verdad que la autonomía se construye, se enseña y se aprende. El primer año de cursada de un estudiante universitario es un aprendizaje continuo no sólo de conocimientos sino de prácticas que le permitan desarrollar su “oficio de estudiante”. Esto que muchas veces se da de manera implícita en las prácticas presenciales, se ve afectado significativamente en el caso de la enseñanza a distancia. Por ello toda práctica tendiente a generar interacción y fortalecer la autonomía es un aliciente para la continuidad de los estudios.

El profesor investigador Armando De Giusti, Especialista en Tecnología Informática aplicada en Educación e investigador del Instituto de Investigación en Informática de la Universidad de la Plata, sintetiza aspectos positivos y negativos apreciados durante el recorrido educativo en la pandemia y que se proyectan hacia el futuro.

Indica que el nuevo contexto reforzará la mayor importancia del “aprendizaje” por sobre la “enseñanza”, lo cual implica pensar en un nuevo modelo pedagógico-tecnológico que ponga al alumno en el centro de la actividad, fomentando su autonomía, capacidad de autoaprendizaje. Dice el autor: “Claramente la pandemia nos ha marcado que “aprender” y “auto aprender” resultan más significativos que tratar de “enseñar” desde el modelo clásico del docente al frente de un aula”.

Insistimos que este no es un movimiento que se dará solo, sino que resulta imprescindible dar lugar a innovaciones metodológicas y a nuevos instrumentos que el alumno pueda utilizar para incorporar conceptos y habilidades.

En este sentido, indica el autor, una de las mayores dificultades que se ha encontrado en la Educación en la pandemia es asegurar mecanismos de evaluación del aprendizaje que sean justos y reflejen el real conocimiento adquirido por el alumno. Sin embargo, esta situación fomentó un aspecto “formativo” interesante al incentivar a las y los estudiantes a asumir sus responsabilidades en el proceso de aprendizaje y colaborar en evaluaciones justas y correctas.

Evaluación a distancia

Por lo dicho no es suficiente ni recomendable transferir modelos de evaluación tradicionales a entornos virtuales. Según Lezcano y Vilanova (2017), lo que debe interesar son los fundamentos pedagógicos que sustentan una evaluación auténtica en los entornos virtuales y qué oportunidades de aprendizaje y evaluación se pueden crear mediante tecnología de la información y comunicación. Las autoras afirman que en ambientes mediados por tecnología es fundamental que la evaluación sea continua en base a diferentes instrumentos que permitan apreciar el avance de cada estudiante. Entre estas formas la prueba objetiva, que constituye un cuestionario, tiene la ventaja de poder ser calificado en forma automatizada, ofreciendo información inmediata que facilita un seguimiento continuo.

Albert Sangrà, Catedrático de Educación y Profesor de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Cataluña (UOC), resume la idea que hemos intentado transmitir de la siguiente manera: “‘Colgar’ materiales en la red no es sinónimo de mejor aprendizaje”. Por ello resulta imprescindible pensar en materiales y entornos o contextos significativamente más interactivos, en cada etapa del proceso de enseñanza aprendizaje, incluído el momento de la evaluación.

Para Sangrà y su equipo, la evaluación, más que un instrumento de medición deberá ser una experiencia formativa y continua, con el objetivo de conocer el nivel de aprendizaje del estudiante, en vez de solo calificarlo, lo cual implica un sistema educativo mucho más personalizado.

Este artículo fue escrito por Laura Bustamante, Dra. en Ciencias Sociales. Docente Investigadora en UES21 y UNC. Su línea de investigación se enfoca en las elecciones de carrera, el ingreso y la trayectoria universitaria .

Referencias

Sangrá Morer, A.; González Sanmamed, M.; Souto Seijo, AEstévez Blanco, I. (2018) Ecologías de aprendizaje en la Era Digital: desafíos para la Educación Superior Facultad de Educación y Humanidades del Campus de Melilla Vol. 48, Nº. 1.

De Giusti, A. (2021) Reflexiones sobre Educación y Tecnología Post-Pandemia. Revista Iberoamericana de Tecnología en Educación y Educación en Tecnología N° 28

López Rayón, Parra y otros. (s/f). “Ambientes virtuales de aprendizaje”. México, Secretaría de Apoyo Académico. Dirección de Tecnología Educativa. Instituto Politécnico Nacional-IPN. [En línea]

Chan Núñez, M. (2005) Competencias mediacionales para la educación en línea REDIE. Revista Electrónica de Investigación Educativa, vol. 7, núm. 2.

Lezcano, L.; Vilanova, G. (2017) Instrumentos de evaluación de aprendizaje en entornos virtuales Perspectiva de estudiantes y aportes de docentes. ICT-UNPA V 9 N° 1

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